Las radios de antaño, antes de la introducción de los sintonizadores digitales, funcionaban con cristales de cuarzo hechos a mano. Los aficionados iban a la cantera, rompían piedras hasta obtener cantidad suficiente del cuarzo, lo molían y lo limaban, y a través de un largo proceso de ensayo y error, alcanzaron el espesor exacto para que el cristal vibrara con la frecuencia deseada. Hoy en día el proceso ha sido simplificado, pero el principio es lo mismo: girar un dial hasta hacer que los cristales de frecuencia vibren con la misma frecuencia que la eora deseada.

El principio de ponerse en contacto con un Viajero es el mismo. El lector tiene que sintonizarse con la frecuencia del Viajero. Así que giramos el dial con cuidado, con nuestro oído interior pegado al altavoz, intentando sintonizarnos con la frecuencia del Viajero. Su ubicación es como una dirección. En internet tenemos una dirección de correo-electrónico, o una dirección de web: www.x.com , por ejemplo.

En las macrodimensiones se sintoniza con la “frecuencia" del Viajero a través del proceso del sonido. Cuantos más datos usemos para esta sintonización, más clara será la recepción y más fuerte será la señal.

Si no tenemos una foto del Viajero, podemos usar su nombre. Si tenemos la fecha y el lugar de su muerte podemos proporcionar excelentes y exactas coordinadas para poder localizar a ese Ser particular en las macrodimensiones. Si contactamos con un Viajero en las macrodimensiones que no reconoce que no está habitando en un cuerpo y tampoco es consciente de que no sigue en una “vida”, entonces estará confuso. Así que entregamos estas informaciones igual que entregamos las instrucciones de las lecturas, por ejemplo: “Esta lectura está dirigida al Ser de ‘nombre del individuo', que nació en ‘lugar' y murió en ‘lugar' en tal día. ‘Nombre, este cuerpo ha muerto y te encuentras ahora en los Bardos. Te daré las instrucciones para la cámara en la que te encuentras actualmente…”