¿Puede ser?.
¿Es posible que yo, el arcángel Gabriel, el segundo ángel
más poderoso e influyente de la jerarquía celestial, esté
siendo invocado una vez más, por un hombre mortal de la luna Solar
Tierra?.
Durante siglos nadie ha invocado a ninguno de nosotros, los ángeles,
y habíamos supuesto -gracias a Dios para nuestra serenidad e informes
sobre nuestra eficacia a Ya-Sabes-Quién- que el conocimiento para
hacerlo se había perdido para siempre. Pero justo ahora . . .
Alguien me está invocando y por Ley Objetiva estoy obligado a responder.
Según parece, él, o ella -no, no, es claramente un miembro
del género masculino de la especie- no requiere una presencia material.
Pero entonces, ¿qué podría desear de mí?.
¿Puede ser posible?. ¿Espera realmente que coopere con él
para producir una copia, para su propio uso en la Tierra, de
mi informe personal y secreto respecto a la decisión reciente
del Comité-Angélico-de-Investigación-Terrestre?.
De veras, eso es imposible. Si tiene datos suficientes como para invocarme,
también debe ser consciente de que esta información es no
sólo confidencial, sino además de alto secreto . . .
¿Cómo podría obligarme a revelar los planes angélicos
para su pequeña bola de lodo?.
¡Aja!. Ya lo entiendo. De alguna manera ha descubierto los medios
para "atarme" a él hasta que cumpla con esta pequeña
e involuntaria obligación que ha tramado para su propia edificación.
De algún modo ha obtenido especificaciones Bertillón
e informes de mi comportamiento, modificando sus propias manifestaciones
para encajar con las mías de manera exacta y . . . y . . .
A efectos prácticos, de acuerdo con la Ley, "Tal como es
arriba, es abajo", él es el arcángel Gabriel . .
. y estoy obligado por su influencia . . . ¡Yo el segundo ángel
más
poderoso del Ejército Angélico! . . . a imitar sus actividades
para que encajen exacta y simultáneamente con sus acciones al
pie de la letra.
Pero nunca hará que revele secretos de esta envergadura con esa
estratagema, ¡por fastidiosa que sea!. Después de todo, ¿no
soy inmortal?. Puedo durar más que él; y además,
los humanos son muy olvidadizos. Tarde o temprano su atención se
distraerá . . .
¡Espera!. ¡Espera!. ¡Espera!. ¡Es mucho peor
de lo que pensaba al principio!. No sólo me está obligando
actuar conforme las actividades y posturas de su centro motor, sino
que está cambiando inexorablemente manifestaciones -desde
luego sólo dentro de los límites de propias manifestaciones
posibles- hacia actividades muy embarazosas, que, sin duda -a
no ser que haga algo inmediatamente- me causarán una humillación
aguda e incalculable entre el Ejército Angélico. Parece no
haber otra solución, así que supongo que da igual que
le dé
lo que quiere ahora o más tarde.
De modo que . . . quiere los trapos sucios, quiere que le ponga al tanto
de nuestros planes para la Tierra, ¿verdad?.
Conseguirá la historia, sí señor. Le descubriré
el pastel. Le diré más que cualquier humano quiera saber
jamás.
Ya me las pagará
. . .
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